El
manejo correcto es la clave para obtener efectos positivos (ecológicos,
agronómicos y económicos) de la cubierta vegetal. En el caso de las cubiertas
sembradas, éstas deben ocupar el centro de la calle cubriendo una gran parte de
ella, ya que en las líneas entre los almendros es más difícil su manejo. Para
la siembra se pueden usar abonadoras, sembradoras de cereales o sembrar a mano
a voleo. Si el tamaño de la semilla es muy pequeño se recomienda mezclarla con
algún material (arena, serrín, etc.) de mayor densidad y tamaño. Después de
sembrar es importante incorporar las semillas ligeramente con la rastra o el
cultivador. Lo ideal es luego apretarlas con un rulo, que, además, va a allanar
el terreno facilitando posteriormente la siega. Algunas especies de cubiertas,
por su ciclo vegetativo, sistema de control, o aprovechamiento, habrá que
sembrarlas anualmente, como ocurre con la mayoría de las leguminosas y
cereales. Otras especies sembradas y las cubiertas espontáneas, permiten
mantener un banco de semillas en el terreno que germinarán en el otoño, después
de las primeras lluvias, restableciéndose así anualmente las cubiertas mediante
autosiembra.
Para conseguir una resiembra natural de la cubierta también se
puede dejar que semille una franja central de la cubierta. Esta franja será del
tamaño mínimo necesario para producir la cantidad de semilla precisa. En verano
se recomienda dar un pase de rastra o desbrozadora para esparcirla
adecuadamente en toda la superficie de implantación de la cubierta. En parcelas
en ladera, las franjas de la cubierta se han de disponer perpendiculares a la
máxima pendiente del terreno, para potenciar el efecto contra la erosión.
En
agricultura ecológica existen tres formas posibles de control de la cubierta:
Incorporación
mediante laboreo. En condiciones de secano, los abonos verdes se siembran en
otoño aprovechando las lluvias otoñales y se incorporan en primavera cuando
aumenta el estrés hídrico. Para elegir la fecha de la incorporación hay que
tener en cuenta que el laboreo favorece la transformación y mineralización de
la materia orgánica y un aporte de nutrientes a los árboles bastante rápido,
sobretodo, si la cubierta tiene una gran parte de leguminosas. No obstante, es
importante mantener una altura baja de la cubierta de unos 15 a 20 cm para no
competir con el cultivo, por lo que a veces es necesario segarla una o varias
veces antes de incorporarla cuando el estrés hídrico aumenta en primavera.
Siega.
En este caso hay que tener mucho cuidado por la competencia de agua con el
cultivo, por lo que puede ser necesario realizar más de una siega. Para segar
la cubierta es muy útil una desbrozadora de martillos por su rusticidad también
en terrenos con mucha piedra. Además sirve para triturar la madera de poda
sobre el suelo. Pero también hay segadoras con cuchillos horizontales o de
cadenas, algunas de ellas con mecanismos para segar en las líneas de los
árboles que se desplazan al tocar un sensor el tronco del árbol. Pero éstos son
más adecuados en terrenos sin piedras. Si no hay segadoras desplazables, el
control de la hierba cerca de los árboles se puede hacer con una desbrozadora
manual.
Pastoreo.
El ganado puede ser muy efectivo en el control de la cubierta vegetal siempre
que se escojan las razas y especies adecuadas y se realice un manejo correcto.
Las especies más apropiadas para la integración de la ganadería en los cultivos
leñosos serían, sobretodo, oveja, gallinas, gansos y ocas. El pastoreo de las
cubierta, además de disminuir la competencia entre el cultivo y la cubierta,
aumentando la humedad del suelo, también favorece el reciclaje de nutrientes,
aumentando la fertilidad biológica y química del suelo, no sólo mediante las
deyecciones sino también debido a que el pastoreo estimula la secreción de
sustancias orgánicas por parte de las raíces de las plantas. Además, en el caso
de la oveja, esta aporta nuevas semillas que va liberando en las heces,
renovando continuamente el banco de semillas del suelo. No obstante, es
necesario que el pastor sea competente y evite que los animales dañen los
árboles mediante un manejo adecuado (tiempos de estancia, rutinas de pastoreo,
uso de perros, etc.). Además, el pastoreo debe realizarse de forma moderada y
evitar entrar cuando haya lluvia para evitar problemas de erosión y
compactación. Además debe ser bien planificado, para minimizar la competencia
que genera un desarrollo excesivo de la cubierta.
Conclusiones
La
utilización de cubiertas vegetales es crucial para la salud del suelo y de los
cultivos leñosos. Sin embargo, la selección del tipo de cubierta (natural o
cultivada) depende de las necesidades y objetivos de cada finca y/o agricultor.
Las cubiertas naturales son más diversas y no requieren costes de implantación,
mientras que las cubiertas cultivadas permiten alcanzar de manera más exitosa
objetivos concretos como es el incremento de materia orgánica o la fijación de
nitrógeno. En este último caso es muy importante asegurarse de que las especies
seleccionadas están adaptadas a las características del suelo y climáticas de
la finca. Finalmente, las cubiertas deben ser manejadas para evitar la
competencia con el cultivo mediante laboreo (si se desea incorporar al suelo),
siega (si se prefiere crear una cubierta permanente) o pastoreo (con el triple
beneficio del control de hierba, mejora de la fertilidad y mejora de la
cubierta).
**Fuente utilizada: https://www.alvelal.net/