“Aquí antes había hielo, ahora es una playa”. Los inuit explican a la expedición de Greenpeace los cambios en el Ártico, su hogar. Los inuit saben que el cambio climático es una realidad y saben que afecta a sus vidas. En nuestras sociedades parece que cuesta percibirlo.
Cuando se empezó a hablar del cambio climático la reacción más general era negarlo. Sorprendente, porque el argumento era de una lógica aplastante: estamos cambiando la composición de la atmósfera y eso va a afectar al clima de todo el planeta.
Pero han hecho falta décadas para que la ciencia –y la realidad– no dejen lugar a dudas. Hemos cambiado la composición de la atmósfera:
Cuando se empezó a hablar del cambio climático la reacción más general era negarlo. Sorprendente, porque el argumento era de una lógica aplastante: estamos cambiando la composición de la atmósfera y eso va a afectar al clima de todo el planeta.
Pero han hecho falta décadas para que la ciencia –y la realidad– no dejen lugar a dudas. Hemos cambiado la composición de la atmósfera:
La década 2001-2010 ha sido la más cálida desde que se tienen registros y ha estado plagada de fenómenos meteorológicos extremos.
Pero parece que no va con nosotros. Mientras nos sigamos creyendo independientes de la naturaleza, podemos pensar que el cambio climático no nos afecta.
Miro atónita desde mi globo cómo sociedades con grandes avances científicos y tecnológicos viven al margen de una realidad elemental: nuestra vida está integrada y depende de la naturaleza. ¿De dónde procede el aire que respiramos, al agua que bebemos, la comida que nos alimenta? ¿De dónde salen los recursos que se han empleado para fabricar todo cuanto pasa por nuestras manos?.
El cambio climático está provocando fenómenos meteorológicos extremos que ocasionan destrucción, sufrimiento y muerte; afecta a la producción de alimentos, lo que se traduce en hambrunas y desplazamientos masivos de poblaciones; derrite hielos, glaciares y hasta los casquetes polares, lo que aumenta el nivel del mar y amenaza gravemente a las zonas costeras; altera el equilibrio de los ecosistemas que sostienen la vida, la tuya, la mía, la de todos.
El cambio climático ES una prioridad. Sabemos qué lo está provocando, sabemos lo que hay que cambiar. No es fácil, es un gran reto, pero todos, todas, podemos implicarnos.
Pero parece que no va con nosotros. Mientras nos sigamos creyendo independientes de la naturaleza, podemos pensar que el cambio climático no nos afecta.
Miro atónita desde mi globo cómo sociedades con grandes avances científicos y tecnológicos viven al margen de una realidad elemental: nuestra vida está integrada y depende de la naturaleza. ¿De dónde procede el aire que respiramos, al agua que bebemos, la comida que nos alimenta? ¿De dónde salen los recursos que se han empleado para fabricar todo cuanto pasa por nuestras manos?.
El cambio climático está provocando fenómenos meteorológicos extremos que ocasionan destrucción, sufrimiento y muerte; afecta a la producción de alimentos, lo que se traduce en hambrunas y desplazamientos masivos de poblaciones; derrite hielos, glaciares y hasta los casquetes polares, lo que aumenta el nivel del mar y amenaza gravemente a las zonas costeras; altera el equilibrio de los ecosistemas que sostienen la vida, la tuya, la mía, la de todos.
El cambio climático ES una prioridad. Sabemos qué lo está provocando, sabemos lo que hay que cambiar. No es fácil, es un gran reto, pero todos, todas, podemos implicarnos.
- Primer paso: ser conscientes de que el cambio climático va en serio.
- Segundo paso: pensar qué podemos hacer para ahorrar energía en nuestra vida diaria.
- Tercer paso: apoyar campañas en marcha. Greenpeace se ha propuesto evitar que las petroleras perforen el Ártico en busca de más petróleo. También está marcando el rumbo hacia la necesariarevolución energética.
¡Seamos parte de la solución!
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